lunes, 28 de marzo de 2016

NIÑAS E INDÍGENAS: DESIGUALDAD EN LOS SISTEMAS DE EDUCACIÓN EN MÉXICO.

El presente análisis es realizado sobre el artículo escrito por la historiadora, etnohistoriadora y doctora en socióloga rural, hija del investigador de la causa indígena Guillermo Bonfil Batalla. El artículo explica la situación educativa de las mujeres indígenas en México, se parte de diferentes interpretaciones estadísticas cuantitativas sobre la situación de pobreza de las comunidades indígenas, el nivel de alfabetización,  el nivel de asistencia y de permanencia educativa específicamente en nivel básico de dichas comunidades. Partiendo de estas interpretaciones estadísticas se identifican premisas por parte de la autora, con el objetivo de observar las causas por las cuales las mujeres indígenas se encuentran en situaciones educativas desfavorables ante el ya negativo panorama que se enfrentan los varones y los adultos. En la parte final de este artículo teniendo en cuenta las premisas expresadas por la atora, expondré diversos puntos de vista y opiniones sobre el tema.

En primera instancia la autora menciona la dificultad de otorgar una educación propicia para  las comunidades indígenas, esta se basa en los limitantes sociales, políticos y económicos a los que están expuestas, es decir se tiene que identificar primordialmente la situación de pobreza y marginalidad en la que se encuentran las comunidades indígenas para poder comprender la magnitud de la educación que se les otorga. “El acceso a los servicios educativos enfrenta barreras sociales y económicas, con sus respectivos problemas de marginación, pobreza y cancelación de oportunidades” (Bonfil. 2004:31). Esta marginalidad es fundamentada desde la época colonial en donde los peninsulares explotaron de manera indiscriminada a los pueblos prehispánicos de los cuales provienen las actuales comunidades indígenas, una relación de esclavismo y colonización que conllevó que a lo largo de la historia las comunidades indígenas, no importando el tipo de gobierno imperante, se mantuvieran en un contexto de pobreza explotación e ignorancia ante el mundo “civilizado”[1].

Las  condiciones de marginalidad y pobreza conllevan a condiciones educativas deficientes y desiguales, ejemplo de ello es que “El censo de 1990 dio a conocer la cifra de por lo menos 13,179 localidades con una densidad de 70% y más de hablantes de lengua indígena y una población de 4 millones de personas cuyo índice de analfabetismo, entre los 15 años y más, fue del 46.6 %, casi cuatro veces más que el promedio nacional, que es del 12.4%.” “De esas mismas localidades, el 75.9% de los habitantes no habían terminado su educación primaria” (Ibídem: 33-34) “En una lectura más desagregada de la información disponible, que muestra que más de 20 niños indígenas de cada 100 no van a la escuela, aparecen también las desigualdades de género, pues los datos muestran que las niñas que no son enviadas a la escuela son el 33.5% contra el 27% de los varones” (Ídem citado de  Riquer, op cit.:69) “Para los niños y las niñas que viven en áreas rurales las tasas de asistencia escolar tienen una diferencia de tres puntos porcentuales; en cambio, la diferencia entre los niños y las niñas indígenas es de siete puntos”  (Ídem, Citado de Programa Nacional de la Mujer. 1997: 21).
Estos datos hacen presente la situación de desigualdad a las que son expuestas las  niñas indígenas ante los varones, esto se podría identificar por las diferentes características culturales y sociales con las que cuentan algunas comunidades hacia las mujeres, es decir la desigualdad educativa existente que afecta en mayor medida a las mujeres es justificada por diferentes preceptos culturales de tradiciones o rolles sociales de las propias mujeres ante la comunidad y a menor escala en la familia. “Las niñas en edad escolar deben contribuir junto con sus madres a la reproducción diaria y social de sus unidades familiares: acarrear leña y agua, ayudar a lavar la ropa y preparar alimentos, cuidar de los hermanos menores, los enfermos y las personas ancianas; encargarse de animales y los cultivos de los traspatios, participara en diversas actividades de siembra, la cosecha y el almacenamiento de alimentos; colaborar con actividades comerciales y de intercambio. Si la jornada de trabajo de las mujeres indígenas jóvenes y mayores es de 15 a 18 horas, la de las niñas de 5 a 12 años puede estimarse en unas 8 a 10 horas” (Ibídem: 35).   

La  situación social establecida por las actividades realizadas por las niñas indígenas están marcadas de igual manera por el poco acceso a la educación, es entonces que a falta de oportunidades y mayor necesidad de apoyar a los labores del hogar, las niñas indígenas o los mismos padres, se resignan a abandonar la escuela y a concertarse en apoyar a la familia en las diferentes actividades ya anteriormente mencionadas. “Los padres deciden así que los varones sean quienes vayan en primer lugar a la escuela; son ellos los que tendrán que ganarse de la vida y la de sus familias, mientras que las hijas contraerán matrimonio y, en su edad adulta, contribuirán a la reproducción de otra familia” (Ibídem. Citado de UNICEF. 1993: 23-24).

La autora hace especial énfasis en que aún no existen, estudios especializados en observar la desigualdad de género que existe en sociedades indígenas “Los estudios sobre igualdad educativa en México no han utilizado hasta ahora de manera destacada la variable sexo en esta desigualdad, aun cuando la información estadística y desagregada demuestra claramente que con ella se discrimina a la población estudiada”  (Ídem).

En concreto podemos identificar en el texto que la autora busca exponer la situación de desigualdad social que enfrentan las comunidades indígenas, desigualdad que se traduce en implementar una educación por parte del Estado de manera desigual, con baja calidad y de oportunidades nulas de crecimiento educativo y alfabetización en la población indígena. Partiendo de esto también busca identificar la desigualdad de género a la que son expuestas las mujeres, la difícil estructura de costumbres que también en muchas ocasiones son parte de esta desigualdad de género, recalca la importancia de estudios de género hacia las comunidades indígenas y la incesante lucha por los derechos de las mujeres.

En mi opinión la manera en que es abordado el tema es en un principio acertado, puesto que es fundamental identificar la situación social de las mujeres indígenas en su contexto familiar y en comunidad; identificar los preceptos sociales que llevan a las comunidades a comportase de tal manera hacia las actividades realizadas por las mujeres y en específico las niñas indígenas en edad escolar. Sin embargo no sólo basta con expresar preocupación del roll social que tienen las niñas y las mujeres indígenas, y no enfocar la finalidad académica al sólo incremento de estudios tendientes a explicar la realidad desigual educativa que tienen las niñas, es cierto que la creación de conocimiento científico conlleva a generar un cambio social pudiendo conceptualizar el fenómeno social y posteriormente plantear caminos y desarrollos para modificar esa situación desfavorable, sin embargo es necesario que en estos estudios se tomen en cuenta diferentes vertientes sociológicas de identificación, modificación y valoración de costumbres que son parte de esta desigualdad de género.

Entonces podemos decir que tratar de cambiar la situación de desigualdad de género hacia las niñas en edad escolar de las comunidades indígenas, conllevaría también a plantearnos que usos y costumbres plantean una desigualdad social y educativa para las mujeres; tendríamos que valorar muy delicadamente que costumbres significan una violación a sus derechos humanos y en este caso educativos, y plantearnos cuales serían las acciones a realizar. Adentrarnos en el bagaje cultural  de usos y costumbres de las comunidades indígenas, conlleva a dificultades científicas y éticas.  Nosotros como sociedad mestiza ¿Qué derecho tendríamos de modificar su situación social? si en ocasiones las mujeres mismas justifican los actos contra ellas expresando que la violencia de cualquier tipo es aceptada en su comunidad. Esto necesariamente se llevaría a cabo con un análisis más detallado y con un sumo cuidado ético y social, quizás nos situamos en una visión ególatra al tratar de cambiar la situación social de las comunidades indígenas, ya que juzgaríamos que sus costumbres son erróneas y debieran erradicarlas para tomar las nuestras, ¿Eso no sería ponernos en el mismo papel de los españoles y posterioemente los mestizos, que buscaban erradicar costumbres indígenas para asimilar al indígena a la sociedad occidental? una actividad que tanto se ha cuestionado, que tanto se ha desdeñado.
No se me mal interprete, tampoco justifico las costumbres que generan la desigualdad  hacia las mujeres, ya que una sociedad que se fundamenta en la desigualdad entre sexos no conlleva a un avance en las condiciones sociales de esta. Sin embargo los futuros estudios acerca del tema, tendrían que tener en cuenta, no solamente qué costumbres violarían o no los derechos humanos y educativos de las mujeres, se tendría te tener en cuenta el alguna de las siguientes cuestiones ¿El porqué de las desigualdades? ¿Qué características económicas, políticas y sociales conllevaron a construir de esta manera las diferentes costumbres? ¿Es posible cambiar la situación de desigualdad social?  ¿De qué manera es posible hacer tomar conciencia a las comunidades para poder modificar las costumbres que generan desigualdad de género? ¿En su caso que acciones gubernamentales se tienen que poner en marcha para cambiar esta situación de desigualdad?



[1] Las comillas son mías, ya que como muchos autores han identificado, los peninsulares y después los mestizos en México y en Latinoamérica se postulaban como los portadores de la civilización verdadera ante los habitantes del continente americano, civilización que en muchas ocasiones ante el desconocimiento de los avances tecnológicos y sociales de los pueblos prehispánicos,  fueron erradicados solamente por no ser creados por criollos y mestizos. 

* Bibliografía:
·       Bonfil, Paloma. “Niñas e indígenas: Desigualdad en los sistemas de educación en México” en Género, etnicidad y educación en América Latina. Ediciones Morata. Madrid, 2004.

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